martes, 21 de junio de 2011

La isla del lago de Innisfree

William Butler Yeats, La isla del lago de Innisfree.

Me levantaré y me pondré en marcha, y a Innisfree iré,
y una choza haré allí, de arcilla y espinos:
nueve surcos de habas tendré allí, un panal para la miel,
y viviré solo en el arrullo de los zumbidos.

Y tendré algo de paz allí, porque la paz viene goteando con calma,
goteando desde los velos de la mañana hasta allí donde canta el grillo;
allí la medianoche es una luz tenue, y el mediodía un brillo escarlata
y el atardecer pleno de alas de pardillo.

Me levantaré y me pondré en marcha, noche y día,
oigo el agua del lago chapotear levemente contra la orilla;
mientras permanezco quieto en la carretera o en el asfalto gris
la oigo en lo más profundo del corazón.
…………………………………………………..
Mi amigo Josetxo me ha enviado esta extraordinaria poesía y leerla ha sido como un bálsamo para mis sentidos.
“Y tendré algo de paz allí, porque la paz viene goteando con calma”…… Además de poeta, sabio.
Yo también busco el camino a cualquier Innisfree para encontrar la paz. Dejar que mi vida fluya, sin obstáculos, libre.
Somos como esos elefantes, a los cuales apenas nacen, sujetan al suelo con una soga y una estaca, y después, cuando crecen, siguen amarrados a esa misma estaca, ignorantes de su propia fuerza. Somos elefantes enormes, majestuosos, dueños de nuestro propio destino, pero desde nuestra más tierna infancia, son muchas las personas, las circunstancias, que nos ponen una cadena, pequeñita, pero con un nombre terrible “miedo”.
Miedo de ser libres, de decidir. Miedo de perder lo poco o lo mucho que poseemos. Miedo a la soledad, a que no nos quieran, a querer. Miedo al dolor, a la vejez, a la muerte. En definitiva, miedo a vivir.
Nos resulta tan difícil dar apenas unos pasos y ver que las cadenas no existen, que tan solo están en nuestra mente. Que todo nos sirve de excusa para no llevar las riendas de nuestra propia existencia.
Es más sencillo que nos den órdenes, que piensen por nosotros. Que nos digas que tenemos que comer, que tenemos que comprar, que no debemos de hacer.
¿Seré capaz de hacerme una choza de arcilla y espinos? Seguramente no, y continuaré imaginando por el resto de mis días como seria no estar amarrada y hacer como dijo el poeta: Me levantaré y me pondré en marcha….

viernes, 10 de junio de 2011



Bellísima instantanea realizada por Esther Otxoa

La existencia de este delicado ser ha sido efímera, pero seguramente plena e intensa ya que posó sus alas en las flores más bellas y supo robar el color del sol
para confeccionarse con el un hermoso vestido.


miércoles, 8 de junio de 2011

Alas de papel

A veces, siento que mis alas son de papel
Y se han quedado pegadas en el libro de la vida.
Vuelo imposible que solo está en mi mente.
Sueño que no sueño por miedo al despertar.
Vida que no vivo por temor a la muerte.
¿Qué serìa de mi si abriese los ojos ahora?
¿Dónde podría esconder tanta luz?
¿Quién me enseñaría a perdonarme?
Por caminar tanto tiempo con la espalda doblada,
La mirada en el suelo y la ilusión perdida.
¿Quién me enseñaría a perdonarme?
Por no haber reído siempre,
 por no haber amado siempre,
por no haber vivido siempre.

lunes, 6 de junio de 2011

El pajaro parapen-pon-pin



  No se si es más pájaro que hombre, o más hombre que pájaro. El vuela y vuela y se que se siente libre, feliz con sus alas de quita y pon que le permiten coquetear  con esas novias de las que yo me siento tremendamente celosa.
   En mi condición de fémina terrestre, observo, como una amante despechada, el cortejo amoroso que inicia, cuando  después de buscarla desesperadamente, se deja elevar en amplios círculos, prendido de la amiga a la que él llama térmica, para poco tiempo después, escapar de ella y dejarse envolver por el abrazo efímero de una nube caprichosa. Eso, cuando no inicia un balanceo suave y romántico  en el regazo etéreo  de la señorita brisa.
   Menos mal, que tarde o temprano,  este díscolo compañero  siempre vuelve a mí. Sabe que soy capaz de perdonarle tanta infidelidad. ¿Como no iba a hacerlo?  si una vez aterrizado, me mira   dulcemente y con una sonrisa pletórica y satisfecha  me pregunta: ¿Estas cansada cariño? Volvamos al nido… digo… a casa ¿en que estaría pensando yo?